En cierta ocasión, escuché
a un gerente de una compañía en la que trabajé hace años, que para ser un buen
profesional no solo era importante serlo sino parecerlo.
De alguna manera, lo que quería
decir es que la credibilidad que
tienes como profesional no sólo depende de lo que hagas sino de cómo los demás
lo perciban y en este sentido, sí es importante no solo hacer bien tu trabajo
sino que también lo parezca.
Pensando en esta idea, he
recordado un programa de arte en el que entrevistaban a Eduardo Chillida y
hablaba de una de sus grandes obras; “El peine del viento”. El comentaba que
cuando elaboraba sus esculturas en tamaño pequeño en su casa, era como un acto
privado, de satisfacción intimista, pero cuando tenía que convertir esa pequeña
escultura, ese boceto a escala real y tenía que contar con todas aquellas
personas (herreros e ingenieros), era como dirigir una orquesta.
“Orquesta”, es la palabra
que a veces me gusta utilizar para hacer referencia a la armonía, la cohesión y
el equilibrio de capacidades que han
de existir dentro de un equipo de trabajo. Está claro que el Sr.Chillida tenía claro el concepto de ser un
buen director de orquesta, bien porque a través de sus vivencias había llegado a ello por sí solo, o quizás
contó con la ayuda de algún coach experto. Quién sabe?!
La cuestión que os propongo es,
si creéis que en el mundo empresarial los mandos tienen claro lo que implica ser un buen
jefe. A lo largo de mi trayectoria profesional, he tenido buenos y malos jefes
y como formadora y coach, he escuchado opiniones de todo tipo en relación a los
jefes. Si tú, que estás leyendo este post eres jefe, te sugiero que te plantees
estas dos preguntas:
1.- ¿Qué tipo de jefe/a
creo que soy?
2.-¿Qué tipo de jefe/a me
gustaría ser?
Trabaja con tus
respuestas, y sobre todo se honesto contigo mismo/a, porque podrás engañarte a ti
mismo, pero al final, es la gente que te rodea y que trabaja contigo, la que
determina cuánta credibilidad tienes. Y sé consciente de que sin credibilidad
no podrás dirigir, como mucho mangonearás y mangoneadores ya hay muchos en el
ámbito político.
Que nadie se rasgue las
vestiduras cuando llegue a sus oídos que algún/os colaboradores, compañeros,
etc. hablan mal de él/ella, porque en esta vida como decía mi abuela, mujer sabia, no hay peor ciego que el que
no quiere ver.
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